El presidente Javier Milei ratificó que el esquema de bandas cambiarias se mantendrá al menos hasta 2027, una señal de estabilidad que apunta a sostener el proceso de desinflación y evitar la volatilidad del dólar. En la misma línea se pronunció el titular del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, quien respaldó la estrategia oficial.
No obstante, el cepo a las empresas aparece como el próximo punto de tensión. En los mercados financieros crece la expectativa de que el Gobierno avance con una liberación gradual de los controles, posiblemente a partir del segundo trimestre del año próximo, cuando se concrete el ingreso de divisas por la cosecha gruesa.
Durante este año, el Ejecutivo permitió el acceso al mercado oficial para las personas físicas, pero mantuvo casi intactas las restricciones para el sector corporativo. Incluso, en medio de presiones preelectorales sobre el dólar, se reimplantó la llamada “restricción cruzada”, que impide operar con dólar MEP o contado con liquidación a quienes ya compraron divisas en el mercado oficial. Según estimaciones privadas, las compañías adquirieron cerca de USD 12.000 millones hasta septiembre mediante este mecanismo, aunque en muchos casos a través de sus propios accionistas.
Mantener el cepo sin cambios implica varios riesgos. El más evidente es que Argentina no podría recuperar la categoría de mercado emergente, lo que limitaría el ingreso automático de capitales. Un informe de JP Morgan calculó que esa recategorización podría generar flujos por USD 2.600 millones hacia el mercado accionario local.
Más allá de lo financiero, la apertura cambiaria es vista como un paso clave hacia la normalización económica. A diferencia de la gestión de Mauricio Macri, que levantó las restricciones de un día para otro sin lograr equilibrio fiscal, Milei eligió el camino inverso, primero alcanzó el superávit en las cuentas públicas, y recién después avanza, lentamente, con la flexibilización del cepo.

El mantenimiento de las bandas cambiarias no es necesariamente incompatible con una mayor apertura del mercado. El Gobierno considera que la previsibilidad del tipo de cambio es esencial para sostener la estabilidad de precios. Sin embargo, algunos analistas advierten que el ajuste mensual del 1% podría dificultar la acumulación de reservas, uno de los principales objetivos para 2026.
En este contexto, se espera que la liberación de los controles cambiarios continúe, aunque el ritmo dependerá del ingreso de dólares y de la reacción de los mercados ante la decisión de Milei de extender las bandas por dos años más.
Entre los inversores predomina la idea de que el verdadero fortalecimiento del Banco Central solo será posible con una apertura más amplia del mercado y un esquema de mayor flotación cambiaria. Los críticos del sistema actual sostienen que las bandas funcionan como un corset que limita la compra de divisas.
Para el Gobierno, el desafío será acumular reservas sin generar presiones sobre el dólar oficial, cuyo techo se ubica actualmente en torno a los $1.500 en el mercado mayorista. Lograr ese equilibrio será clave para que la política económica mantenga su rumbo sin sobresaltos en 2026.
Fuente: Medios







