El Gobierno nacional reactivó desde esta medianoche la actualización de los impuestos a los combustibles líquidos y al dióxido de carbono, medida que había sido suspendida en octubre antes de las elecciones legislativas. El aumento, dispuesto mediante el decreto 782/2025 publicado en el Boletín Oficial, se aplicará sobre naftas y gasoil en todo el país y marca la vuelta del esquema de ajustes parciales por inflación.
Aunque el incremento vigente tendrá un impacto limitado, el Presupuesto 2026 anticipa una secuencia de subas graduales durante todo el año próximo, con el objetivo de normalizar los tributos que estuvieron congelados durante más de dos años.
Según los cálculos oficiales, los ingresos por combustibles crecerán un 50,6% en términos reales el próximo año, frente a un aumento del 8,2% proyectado para la recaudación total. Analistas del sector estiman que el efecto acumulado de los ajustes pendientes podría traducirse en una suba de hasta el 15% promedio en el precio final de las naftas y el gasoil.
Para noviembre, el nuevo esquema fija montos específicos: en las naftas, el impuesto a los combustibles líquidos será de $15,56 por litro, más $0,95 por el gravamen al dióxido de carbono. En el caso del gasoil, la suma será de $12,64 por litro (con una reducción a $6,84 para la Patagonia) y $1,44 respectivamente.
Las empresas del sector, que desde mediados de año adoptaron políticas de precios móviles según demanda y zona geográfica, definirán cómo trasladar el incremento a los valores de surtidor. Por esa razón, el impacto final en los precios variará entre marcas y regiones.
El ajuste de estos tributos responde a la ley 23.966, que establece su actualización trimestral en función del Índice de Precios al Consumidor (IPC). Sin embargo, esa regla fue interrumpida durante el gobierno anterior para contener la inflación, y retomada parcialmente por la administración de Javier Milei a mediados de 2024.
De acuerdo con el proyecto de Presupuesto, el Ejecutivo prevé completar el proceso de recomposición durante 2026, combinando la actualización impositiva con otros factores determinantes del precio, como la cotización internacional del petróleo, el valor del dólar y los precios de referencia del biodiésel y el bioetanol.
La política gradual busca equilibrar la recaudación fiscal y la estabilidad de precios, aunque en el corto plazo podría presionar los valores de los combustibles en un contexto de costos crecientes y alta volatilidad cambiaria.







